Tsipras, ¿y ahora qué?

Juan Aitor Lago Moneo

Director del Departamento de Investigación

Constanza Business & Protocol School

Greek Prime Minister Alexis Tsipras speaks to the press at the end of an Eurozone Summit over the Greek debt crisis in Brussels on July 13, 2015. Juncker said there was no longer any risk of Greece crashing out of the euro after Athens agreed a bailout deal with eurozone partners.  AFP PHOTO / THIERRY CHARLIER
El primer ministro griego, Alexis Tsipras, comparece ante la prensa tras la reunión de líderes del Eurogrupo. Fuente: elperiodico.com

Parece que los griegos han despertado de este sueño en el que Tsipras les sumió, según el cual Europa iba a rescatar el país a cambio de nada. Tsipras logró que una mayoría votara lo que él quería en un referendum absurdo, que lo único que logró fue generar aún más desconfianza en un país que lleva en coma inducido (por él mismo, y sostenido por la UE), desde hace cinco años. Ahora Tsipras, lo que toca son unas condiciones aún más duras que las que presentó la Troika en su momento, y a las que Vd. y su gobierno se opusieron, para después engañar a sus conciudadanos para celebrar un espectáculo que además de costarles dinero, y tiempo, les ha llevado a una situación mucho más difícil, si cabe, que la que ya tenían.

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Un manifestante ondea la bandera de Grecia en la Plaza Syntagma en apoyo al Gobierno de Tsipras. Fuente: laopinioncoruna.es

Y muchos nos preguntamos ¿y ahora qué Sr. Tsipras? Pues se lo voy a explicar de una manera muy clara: ahora, a sufrir todavía más que antes. ¿Es eso posible? Que se lo digan a los millones de griegos que tienen su dinero enclaustrado en el banco porque sólo pueden sacar 60€ al día, gracias a las gestiones del Sr. Tsipras y del Sr. Varoufakis. Gracias a Grecia ya sabemos lo que es “hacer un Papandreu”, básicamente decir una cosa para luego retractarse y hacer la contraria. Ahora también sabemos lo que es “hacer un Varoufakis”: insultar y reírte de aquellos que tienen que sacarte las castañas del fuego, o como se dice en castellano claro, “morder la boca que te da de comer”; y por supuesto, lo que es “hacer un Tsipras”: negociar sin ninguna posición de poder, pensando que aquellos que tienen que salvarte son idiotas, y tú un cerebro privilegiado, para después, lógicamente, tener que claudicar con unas condiciones sencillamente durísimas.

(From L) German Chancellor Angela Merkel, French President Francois Hollande, and Greek Prime Minister Alexis Tsipras confer prior to the start of a summit of Eurozone heads of state in Brussels on July 12, 2015. The EU cancelled a full 28-nation summit to decide whether Greece stays in the European single currency as a divided eurozone struggled to reach a reform-for-bailout deal.  AFP PHOTO / JOHN MACDOUGALL
La canciller alemana, Angela Merkel (izquierda); el primer ministro griego, Alexis Tsipras (derecha) y el presidente francés, François Hollande (de espaldas) conversan antes del inicio de la reunión entre líderes del Eurogrupo. Fuente: elperiodico.com

Lo mejor para Grecia en particular, y también para la Unión Europea en general, es un poco de responsabilidad. Es cierto que Grecia lleva sufriendo lo indecible estos últimos cinco años, pero hay que reconocer que el planteamiento del actual primer ministro griego y su Gobierno ha sido, tan irresponsable, tan impresentable y tan pueril (el referéndum ha sido una especie de “rebota rebota que tu culo explota”), que, de todo lo que podía pasarle a Grecia, estas condiciones leoninas (mucho peores que las presentadas a Grecia hace apenas dos semanas) son “un mal menor”, por decirlo de una manera suave. Es cierto que el Sr. Tsipras no es responsable de la herencia que recibió; pero hoy, se puede decir, sin ningún atisbo de duda, que el único responsable de las condiciones que ha tenido que aceptar Grecia, y que sí o sí Atenas va a tener que pagar, es el Sr. Tsipras. Aquel que iba a liberar al pueblo griego de la opresión de la Unión Europea es el mismo que ha hundido aún más en el fango a sus compatriotas.

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El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker (izquierda) y el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk (derecha), comparecen tras la reunión de líderes del Eurogrupo que ha evitado de momento el «Grexit». Fuente: eldiario.es

¿Qué futuro tiene Grecia? Lo tiene negro y difícil; claro que lo tendría mucho peor si la Unión Europea hubiese sido tan irresponsable como Tsipras y Varoufakis pero lo tiene bastante peor que hace dos semanas, o dos o seis meses. ¿Irá a peor? Nunca se sabe; habrá que ver si de verdad Atenas hace las reformas que tiene que hacer y se pone a solucionar el enorme problema que tiene que gestionar, en lugar de empeorarlo semana a semana. Por lo pronto, no se ha producido “Grexit” ni Grecia ha caído en lo más profundo del abismo; pero que nadie dude que ha faltado poco y que puede ocurrir de todo. Habrá que ver qué pasa en las previsibles elecciones anticipadas que ha anunciado el ministro de Trabajo griego, pero el futuro en el país heleno es muy incierto y hay pocas cosas peores para una sólida recuperación económica que la incertidumbre.

Grecia, ¿y ahora qué?

Juan Aitor Lago Moneo

Director del Departamento de Investigación

Constanza Business & Protocol School

Grecia
Fuente: tfnews.es

Los griegos han votado «no» en uno de los referéndum más controvertidos que se han visto en Europa en décadas. Exactamente, ¿qué han decidido el 5 de julio de 2015 los griegos? Que no aceptan las condiciones de la Unión Europa para su tercer rescate. ¿Y qué supone eso exactamente? Entiendo perfectamente la frustración de un país que tras cinco años en el lodo y sufriendo severamente, se lance ahora a decir «no» a Europa. Lo que me temo es que no acaban de entender lo que esto supone. El único motivo por el que Grecia no ha caído en lo más profundo del abismo es porque la Unión Europea ha estado ahí para soltar dinero, cantidades ingentes por cierto, durante estos largos cinco años. Ese «no» es, al menos a mi parecer, un «no» claro a Europa, como he dicho antes, pero también a su dinero.

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La campaña del referéndum del 5-J polarizó profundamente la vida política y social del país heleno. Fuente: cdn.20m.es

Veamos lo que está sucediendo, Grecia sigue necesitando, como el aire que respiran todos los griegos, la liquidez del Banco Central Europeo para que sus bancos no cierren, y el corralito sea un mal menor (sin el BCE, el sistema bancario griego se va a la quiebra, en lo que cualquier griego tarda en desayunar). A esto hay que añadir que si Grecia no hace frente a sus pagos, NADIE financiará nada ni al Estado ni a los particulares ni a las empresas griegas. Es decir, tendrán que ser capaces de subsistir con lo poco que les queda, y tratando de exportar todo lo que puedan, si es que pueden, porque Grecia no es ninguna potencia exportadora, ni industrial, ni de ningún servicios destacable, excepto en turismo, y habrá que ver qué turistas van a Grecia si tienen que llevar todo el dinero en efectivo encima porque los bancos no abren.

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Un ciudadano griego depositando su papeleta en el referéndum de ayer. Fuente: s0.uvnimg.com

¿Puede Grecia salir del euro? En mi modesta opinión, sí. De hecho, ya no se trata de si debe permanecer en el euro o volver al dracma, ahora es algo muchísimo más grave, la pregunta ahora es si le merece la pena al resto de la eurozona contar con Grecia en este, en principio, club tan selecto. Lo que está haciendo Grecia es tratar de imponer sus condiciones a sus socios comunitarios, cuando, insisto, si no ha caído en un pozo negro, es, precisamente porque ahí han estado sus socios comunitarios, entre los que está España, soltando dinero.

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Ciudadanos griegos celebran la victoria del «no» en la Plaza Syntagma de Atenas. Fuente: abc.es

Otra buena pregunta es ¿qué hará ahora la Unión Europea? No sé cuántos países se sentarán ahora a negociar con Grecia con la premura que querían su primer ministro y su ya dimitido ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, aunque imagino que no serán muchos los que tengan prisa ahora. ¿Prisa, para qué? La confianza en el gobierno griego por parte de los acreedores ya era nula hace semanas, con el resultado de ayer, 5 de julio de 2015, ni siquiera hay confianza en el pueblo griego, así que, ¿qué prisa hay en volver a sentarse con Tsipras y compañía? Sin duda, se volverán a sentar con Grecia el resto de socios comunitarios, aunque no creo que vayan a dar buenas noticias a Grecia, al menos, eso es lo que espera una buena parte del resto de Europa que hemos financiado rescates que han servido para bien poco. Irlanda ya está diciendo que si hay quitas en Grecia, ellos no quieren ser menos, y los portugueses no se van a quedar atrás. Y harán bien. Si el único que no paga, pone las condiciones que le parece oportunas, y el resto de la Unión Europea, sólo puede agachar la cabeza y poner más dinero ¿para qué pagar la deuda?

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El primer ministro griego, Alexis Tsipras, en su comparecencia pública tras los resultados del referéndum de ayer. Fuente: lavanguardia.com

La semana que viene va a ser, sin duda, muy interesante, ya que Alemania quiere dar una respuesta directa y contundente, y mañana mismo va a buscar el apoyo de Francia, que también tiene mucho que decir. Algo que me dice que Tsipras y el «no» griego van a lograr algo que parecía imposible, que la Sra. Merkel y el Sr. Hollande muestren un mensaje y una imagen de unidad absolutas… Lo que son las cosas. Reino Unido y España secundarán esta postura franco – germana, Finlandia, Bélgica, Luxemburgo y Holanda harán más de lo mismo, y los italianos no podrán dar un mensaje muy distinto. Sólo hay tres alternativas:

1º.- Se acaba todo apoyo a Grecia y los descendientes de Pericles y Leónidas caen en un pozo negro que durará entre 20 y 30 años.

2º.- La Unión Europea claudica ante Tsipras y se dará dinero a Grecia a cambio de nada.

3º.- Grecia acaba por aceptar las condiciones establecidas, a pesar del resultado del referéndum del día de hoy.

Cualquier cosa es posible, pero, lo que está claro es que el tiempo corre en contra de los griegos y de sus bolsillos. Algo me dice que la Sra. Merkel no tiene ninguna prisa en volver a ver al Sr. Tsipras, y eso, no es nada bueno para Grecia.

El impacto del dólar

A
los que fuimos niños en los años 80 y adolescentes en los 90, y españoles,
cuando nos tocaba viajar fuera, siempre sufríamos con nuestra añorada, para
algunos, peseta. No es que le tuviéramos manía a nuestra divisa, ni mucho
menos, pero, cuando tocaba comprar algo fuera de España, sobre todo cuando
íbamos a EEUU o a Reino Unido, todo se nos hacía aún más caro. Tener una divisa
débil, tiene muchas desventajas, ya que las importaciones salen sensiblemente
más caras, y se sufre todavía más los vaivenes en los precios del petróleo,
sobre todo cuando el precio sube. Eso sí, una divisa débil, o más débil que los
mercados con los que uno suele interactuar, tiene dos claras ventajas:
                1º.- La empresa es más
competitiva porque es más barata cuando exporta, de esto saben mucho en Japón, de hecho cada vez que
el dólar se deprecia, el yen va rápidamente
detrás, pero cuando el dólar sube su valor, el yen se lo toma con mucha calma.
               2º.- Cada ingreso realizado
fuera del país, al repatriarlo, tiene un valor muchísimo mayor, ya que al cambiarlo por la divisa
nacional, más débil, «cunde» muchísimo más.
Las
multinacionales (y las que no lo son también), estadounidenses están sufriendo
sobre manera el impacto del dólar. ¿Qué quiere esto decir? La confianza en la
economía de EEUU está en lo más alto, está creciendo de una manera casi
robusta, y ha dejado atrás por mucho tiempo la nefasta gran recesión que llevó
a la quiebra a su sistema financiero, y que casi acaba con la zona euro. A esto
hay que añadir que los emergentes se están desinflando, China no crece como
antes y es cuestión de tiempo que explote su burbuja inmobiliaria (explotará,
que nadie lo dude, cuanto más tarde lo haga, peor será), Brasil parece que
aguantará hasta las olimpiadas y poco después claudicará, y Rusia, y sobre todo
su divisa, no lo pasaba tan mal desde los años 90… Sólo India parece estar
aguantando, pero no es suficiente. La confianza que había en los emergentes ya
no es tal, y los inversores internacionales quieren volver a lo seguro y han
decidido apostar a caballo ganador, y EEUU siempre es un pura sangre por el que
apostar, por muy elevada que sea su deuda pública.
Esto
supone que el dólar se aprecia respecto a otras divisas, y, para los mercados
de capitales esto puede ser muy bueno porque el dinero fluye a toda velocidad
hacia los bancos estadounidenses, pero esta apreciación del dólar hace
muchísimo daño a los estados financieros de las multinacionales de EEUU. ¿Por
qué? Que se lo pregunten a los Departamentos de Consolidación, que en estos
momentos deben ser un mar de lágrimas en el país de Sam Adams. Al consolidar
las cifras de negocios de unidades de negocio y filiales en España, Francia,
Colombia, México, Japón, Chile, Malasia o Perú, se deben convertir todas las divisas
a dólares, y ahí, las cifras de negocio menguan, porque el euro, el yen, el
peso colombiano, el peso chileno y otras divisas, pierden valor, en palabras de
nuestras abuelas, el dinero que se ha hecho en estos países, cunde menos. Esto
es lo que se conoce como el riesgo divisa, y afecta a todas las multinacionales
del mundo. Cuando trabajé, en el año 2000 en Saint-Gobain, la compañía más
antigua de Francia (es anterior a la misma República), lo pude comprobar por mí
mismo. Al consolidar las cifras de negocio de países con divisas más débiles
que el franco francés se perdía valor. Como decíamos en el Departamento de
Consolidación en París, «todo un año de durísimo esfuerzo realizado por
nuestras filiales, para que se pierda un 5%, 10%, 15% o 20% de su valor al dar
a una tecla». Esto es precisamente lo que está pasando en EEUU y lo que le
está ocurriendo a muchas de sus empresas, como General Motor, Pepsi o P&G,
que están viendo cómo el efecto de la fluctuación en las divisas les está
afectando de una manera muy negativa. Algo muy parecido le ocurrió a H&M
entre los años 2010 y 2013, cuando, en plena crisis del euro, la corona sueca
se apreció y mucho frente al euro, lo que supuso unas cifras no muy halagüeñas
como grupo.
¿Durante
cuánto tiempo ocurrirá esto? Personalmente, siempre he creído que los
emergentes se desinflarían a base de un fortísimo estallido de la economía
brasileña en el año 2017, para ser más exactos, en el segundo trimestre, unos 8
meses después de las olimpiadas. Ahora ya no estoy tan seguro. Creo que lo que
ocurrirá es que los emergentes irán desinflándose, poco a poco, sin llegar al
drama, hasta las olimpiadas en Brasil del próximo año, 2016. Después de eso,
quien sabe, aunque, personalmente, veo difícil que los emergentes vuelvan a
crecer. Al menos en lo que respecta a China a Brasil, creo que tienen una
crisis inmobiliaria muy severa, que repercutirá de una manera muy negativa en
su economía, y esto tiene que aflorar, sea el año que viene, sea en el año
2017. Por ello, estimo que la fortaleza del dólar se mantendrá, al menos lo que
queda de 2015, y habrá que estar muy atentos a 2016, aunque, por ahora, nada
hace presagiar que esa fortaleza del dólar no se vaya a mantener durante el año
que viene y el siguiente, aunque, como he dicho, tendremos que estar muy
alertas.
En
lo que se refiere a la zona euro, en cuanto se hayan despejado las dudas sobre
Grecia, que seguramente termine llegando a un acuerdo con la Unión Europea, y
con lo se denomina ahora como «el grupo de Bruselas», y cuando las turbulencias
fuertes lleguen a los emergentes, verá como el euro se aprecia de nuevo, lo
que, será muy bueno para atraer capitales, pero no tanto para exportar ni para
atraer turistas. Por ahora, a España le interesa un euro débil, unos tipos de
interés bajos, y un precio del petróleo, y de la energía en general, bajo, y
eso es justamente lo que parece haber ahora, por fin. ¿Se mantendrá mucho
tiempo? Me temo que no, el precio del petróleo está subiendo de nuevo, y todo
parece indicar que llegará a los 60 dólares por barril a finales de este año.
Eso sí, un euro débil supone más exportaciones para la zona euro, y lo que
necesita ahora mismo Europa es exportar todo lo que pueda, reducir deuda
pública, estabilidad económica y política, y un mercado laboral que funcione.
Como
ya he dicho, habrá que estar muy atentos este año al comportamiento del dólar,
al de las economías emergentes, a las decisiones de la Reserva Federal y del
Banco Central Europeo, y, cómo no, al precio del petróleo. Hemos pasado en
Europa la peor crisis económica desde la Segunda Guerra Mundial (en el caso de
España, desde la Guerra Civil), y aunque parece que llega la calma, tendremos
algunas turbulencias aún, aunque comparado con lo que hemos pasado, peccata
minuta.